El segundo semestre de 1939 fue terrorífico en Almansa, en realidad lo fue en toda España. El convento de las Agustinas se convirtió en campo de concentración donde una multitud hacinada esperaba angustiada un desenlace que se imaginaba fatal.
El final de la guerra no trajo la paz, trajo la victoria de los sublevados y con ella el espíritu de revancha llegó al paroxismo. Curioso que la profanación y quema de iglesias fuese motivo punible judicialmente en la casuística penal de aquellos que las conviertieron en campos de exterminio donde con alegría se expedía el billete para la otra vida. Curioso que los que se quedaron con bienes y posesiones de los sindicatos (que la CNT no ha recuperado en su totalidad), que inventaron leyes para que la carga económica de la guerra que ellos habían provocado recayera sobre los vencidos, no entendiesen que las incautaciones, que también ellos habían llevado a cabo, eran consecuencia colateral de las circunstancias de una guerra que ellos habían desencadenado. Su vengativa justicia multipicó con creces las víctimas que la sublevada bandería había sufrido y los 22 almanseños partidarios del golpe de estado asesinados en 1936 sirvieron para justificar el asesinato en 1939 de unos 60 más, sumemos los de 36 de Caudete...y así hasta más de mil ejecuciones en la provincia de Albacete.
Haciendo un barrido por la web victimasdeladictadura.es hemos localizado e incluido en nuestros listados casi trescientos nuevos militantes libertarios asesinados por los sublebados, amén de decenas que hemos corregido o completado datos. Referidos todos ellos a Castilla La Mancha, y en concreto en los de la provincia de Albacete, puede señalarse lo corriente, cotidiano podría decirse, que fue morir en la cárcel, morir por "hemorragia" o por "traumatismo". El paraje de San Blas, la cárcel de las Agustinas en Almansa, el lugar de Pedazo Redondo en Yeste, las tapias del cementerio de Albacete y otros muchos lugares fueron testigos mudos de la depuración social llevada a cabo por los militares del francofalangismo.
Leyendo entre líneas dicha página es de resaltar algo que los hisoriadores oficiales suelen obviar: el importantísimo traspaso de afiliados de UGT hacia CNT durante el transcurso del conflicto. Seguramente propiciado por la actitud de esta sindical en el proceso colectivizador, en multitud de pueblos albaceteños (como en muchas otras provincias) se constata fehacientemente este fenómeno: Albatana, Alcalá de Júcar, Almansa, Calasparra, Casas de Juan Núñez, Casas Ibáñez, Caudete, Cotillas, Elche de la Sierra, Fuentealbilla, Hellín, La Gineta, La Roda, Lietor, Mahora, Masegoso, Minateda-Hellín, Nerpio, Ontur, Peñarrubia, Peñas de San Pedro, Pozo Lorente, REcueja, San Pedro, Santiago de Mora, Villa de Ves y Yeste.
En Soria los francofalangistas eran más finos, ponían a los "individuos" "en libertad". Así lo hicieron con Arsenio Martínez y unos treinta militantes de la CNT soriana, al menos ocho de ellos trabajaban en el pantano de La Muedra (Cuerda del Pozo), obras donde la CNT había liderado la lucha social y había sufrido el asesinato de Manuel García a manos de pistoleros de la UGT en julio de 1932. Un rosario de detenciones y despidos en dichas obras prologaban un fatal desenlace en agosto de 1936. Regino Sánchez Tutor y Juan Antonio Suérez del Toro, con toda probabilidad militantes de CNT, trabajadores en el pantano y ahora reseñados, fueron fusilados cerca de Calatañazor.
Aquella Soria, donde no hubo frente de guerra, se vio agarrotada por una represión sistemática y fríamente organizada. El cementerio de la capital, Puente Ullán, Matas de Lubia...son otros mudos testigos de casi trescientos sorianos asesinados. Hoy reseñamos a Francisco Bru Viejo, panadero residente en Móstoles, Maximino Castillo Torres, que era albañil y vivía en Madrid, Antonio Esteban García, nacido en Sigüenza y ebanista, también un marinero que tenía 19 años: José Ruso Pons. Todos ellos, y al menos otros quince resñados , eran cenetistas que fueron traídos desde provincias aledañas para ser fusilados en Soria y todos ellos el mismo fatídico día: el 17 de octubre de 1936. La nómina de asesinados cenetistas en Soria es mucho más numerosa que lo hasta ahora publicado.
Más de sesenta en Guadalajara y casi una treintena de confederales fusilados en Ciudad Real completan la última nómina de incorporaciones en la sección Represión.
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